Quiero que sepas una cosa...

Voy a vencerte, lo se, no me acompañaras toda la vida, conseguiré espantarte de mi casa, conseguiré que no me afectes, dejaré de llorar por ti, por tu crueldad, por haber aparecido en mi familia sin haberte invitado.

Y te perdonaré, y me perdonaré , y me reconciliare con la vida, y sonreiré, sonreiré tan fuerte tan fuerte que te haré débil frente a otras víctimas tuyas. Y dejaré un camino a mi paso, para que otros me puedan seguir.

No fuiste bienvenida a nuestra vida pero te hemos aceptado, convivimos contigo día a día, a veces hasta pienso que nos hemos adaptado a ti, en realidad solo hemos sobrevivido y crecido contigo, nos has fortalecido como pareja, nos trajiste el mayor de los miedos, nos cansamos, nos fatigamos, nos asustaste tanto que tambaleaste los cimientos de nuestra relación y nuestra vida, nos hiciste tenerle miedo al futuro.

Pero después de dos largos años sentimos que te estamos acorralando en un rincón, ya no nos asustas tanto, hemos conocido todas la vías posibles para llegar a nuestro sueño, porque tú sola no significas tanto. Venias acompañada de miedo, angustia, desilusión...pero también de conocimiento, crecimiento, paciencia y alternativas que desconocíamos.

Querida infertilidad, cada día te temo menos. Voy a ser madre sea como sea y lo sabes, así que ya puedes asustarte tú de mí, porque pienso mandarte a la mismísima mierda.