Recuerdo perfectamente como estaba, acababan de llamarnos de la clínica para ofrecernos participar en el estudio, éramos aptos y las condiciones eran más que estupendas. Estábamos muy ilusionados y emocionados. Recuerdo que el día antes de la cita en la clínica donde firmaríamos el consentimiento estábamos en un concierto, camino de la buena suerte decía una canción. Y que afortunada me sentía. Mi FIV estaba cerca, en la clínica que me gustaba y encima en un estudio que nos cubría todo el tratamiento. Si cerraba los ojos sentía que podía tocar mi embarazo con los dedos.
Ingenua.
Hoy día me cuesta hasta escribir, hoy ni siento ni padezco más que una pena y desazón que me come por dentro. Hoy estoy sin ánimo, sin fuerzas, sin valor y sin esperanza alguna. Me retumba el "porque a mi" a cada paso que doy. Me siento maltratada al máximo. Soy un fantasma paseando por una vida que gira para todo el mundo menos para mí que camino por ella por la propia inercia.
La medicación que tomo no me ayuda, o no se si es que prefiero culparla a ella de mi apatía. Pero no es ni normal el cansancio que arrastro, lo pronto que me meto en la cama por las noches, lo que me apetece abrazarme a mi sofá, los calores que me dan que me ponga roja y empieza a faltarme el aire mientras muevo el abanico como si me fuera la vida en ello. Sabía que las pastillas me provocarían una menopausia, pero no que me pegaría tan fuerte.
Me siento sola, atrapada en este laberinto infértil, sin nadie más que mi propio blog donde soltar lo que estoy pasando, aqui me he quedado yo la única. A veces intentan alentarme desde fuera para ayudarme y animarme a salir del laberinto, pero sólo me crea más angustia. Quizás necesito que me empujen no que me alienten a avanzar, yo que sé.
Me sigue (y creo que ahora más aun) molestando todo. Todo. Si me escriben porque me escriben, si no lo hacen porque no lo hacen, me molesta que me hablen y que no lo hagan. Me molestan comentarios, fotos, frases y casi que me molesto yo misma. Me irrito con una facilidad pasmosa. Tengo fritas a la gente de mi alrededor. Malas contestaciones, gritos y hasta malas miradas. Ese es mi día a día. Creo que nunca jamás en todos estos años había discutido con un paciente y este verano ha sido la primera vez (y la segunda, y la tercera y...) Ante cualquier cosa salto contestando. Que sí que la gente tiene guasa, pero siempre he tenido muuucha muuucha mano izquierda.
Estoy tan agotada de esto de la infertilidad y lo que me hace sentir que maldigo el día que decidí que quería ser madre, En estos momentos en mi mente hay más pensamientos de aceptar no serlo nunca que de seguir luchando. ¿Tan bonito es ser madre? Si luego a mi alrededor todo son quejas. Sólo escuchas que el embarazo es lo peor, que es algo durísimo, casi insoportable, la muerte a pellizcos, un sufrimiento continuo. No escuchas otra cosa. Y cuando se convierten en madres tampoco escuchas nada bonito. Todo quejas de no dormir, de no tener tiempo para nada, de lo dificil de la crianza, etc. ¿Estoy dejándome la vida, literalmente, en algo que sólo me traerá quejas? Desvaríos, supervivencia, consolarse con lo que sea se llaman estas divagaciones. Fruto de mi frustracción.
Frustración máxima. Y yo sólo quiero salir de ésto. Sólo pido, suplico, hago tratos y chantajes a la vida porque ésto termine ya. Vendería mi alma al diablo. Que pare ya por favor. Ya está bien.